CARLES EL GRAN CAPITAN DEL MESTALLA

RESULTADOS Y CLASIFICACIÓN.

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domingo, 13 de noviembre de 2011

Almería B 3-2 San Roque

Ficha técnica:
Incidencias: 150 espectadores en el Estadio de los Juegos del Mediterráneo de Almería, en una mañana agradable y con un césped en excelentes condiciones.
Árbitro: Abad Esteban, del comité valenciano. Amonestó a los locales Rubén y Azeez; y a los visitantes Óscar, Lobato, Carles Marc y Cheick. Expulsó por doble amarilla al rojiblanco Lillo.
Goles: 
1-0 Abel, min.10.
1-1 Berrocal, min.57.
2-1 Cristian, min. 85.
2-2 Óscar, min.87.
3-2 Abel, min. 90.

Alineación: 
SAN ROQUE CF- José Ramón, Aranda, Raúl Albentosa, Rojas (Cheick 85’), Lobato, Moscardó, Carles Marc (Adrián 71’), Óscar, Rubio (Urko Arroyo 75’), Melchor y Berrocal.
CRÓNICA.
Un partido espectacular, pero triste. Un encuentro muy vistoso, pero que supone la ruptura de varias rachas. Muchos aciertos, pero también muchos errores ante un Almería B en inferioridad numérica. Dos equipos en busca de la victoria, con todo a favor para los aurinegros que ha acabado en una derrota inesperada, tal y como se había puesto el panorama.

El choque comenzó, y así siguió, con intensidad, con llegadas, con los ataques imponiéndose a las defensas de manera clara. Y aquí, en el primer tramo del partido, bien pudo adelantarse el San Roque, desde casi el primer minuto, tras el que llegó un remate de Rojas que se marchó a saque de puerta después de que la bola tocara la cara superior del travesaño de la meta almeriense. Poco después, el cuadro de Tevenet encontraba los huecos en la defensa local, con Berrocal y Moscardó de protagonistas, quienes fabricaron la primera gran ocasión del encuentro, con una combinación entre ambos, que intercambiaron los papeles, con el delantero haciendo de pasador y el centrocampista de rematador, pero el disparo del valenciano se marchó cruzado rozando el palo cuando el banquillo ya estaba levantado para celebrar el tanto. Y de la ocasión lepera se pasó, curiosamente, al 1-0. Era el minuto 10, Rojas falló en el despeje, dejó la pelota muerta a Abel, que encaró a Raúl Albentosa, se zafó y batió por bajo a José Ramón, que veía cortada su impresionante racha de 460 minutos sin encajar un gol.

Con el 1-0, el San Roque de Lepe no se descompuso e intentó buscar el empate a la mayor brevedad posible. Eso conllevaba una menor vigilancia en la zona defensiva, que propició los contragolpes de los locales. No obstante, el equipo de Tevenet siguió fabricando ocasiones, como la del minuto 17, cuando Rubio habilitó a Melchor en la banda, desde donde el sevillano puso un centro medido a la cabeza de Berrocal que no terminó en gol por la intervención in extremis de Trujillo, que metió la cabeza justo a tiempo. En cualquier caso, como decíamos, el Almería B no renunció tampoco al ataque y en el minuto 21 Pallarés perdonó el 2-0 tras un pase de la muerte de Abel, que fue una auténtica pesadilla para la zaga lepera, también minutos más tarde con un disparo cruzado suyo que envió a córner José Ramón.

El partido, por entonces, estaba más bonito que nunca, con alternancias en el juego, con llegadas rápidas, fulgurantes y en una de esas pudo empatar el San Roque, cuando Berrocal se quedó ante el portero Lopito, y su disparo se estrelló en el meta local; el rebote le dio en la cara al propio delantero cordobés que se quedó algo aturdido por el golpe y no pudo rematar con precisión ya que estaba a portería vacía: el golpe en la nariz, por la que estaba sangrando, le dejó en ese preciso instante, algo descolocado.

Antes del descanso, fue Melchor, cambiado de banda, el que sirvió al interior del área para Jesús Rubio, que quiso ajustar el disparo al palo contrario, aunque se topó con la intervención de su ex compañero durante la temporada pasada.

A la vuelta de vestuarios, y sin cambios en el horizonte, el San Roque volvió decidido a empatar el partido, con un Óscar especialmente motivado, que fue el que dispuso de las dos primeras ocasiones. La segunda de ellas, calcada a la primera, un disparo de volea desde la frontal que envió a córner con un paradón Lopito. Y de resultas de ese córner, llegó el empate aurinegro: botado en por Rubio, los dos centrales sumados al remate arrastraron a la defensa hacia el primer palo y el balón fue impulsado hacia el segundo, por donde apareció solo Berrocal para cabecear al fondo de las mallas. Un minuto después, Lillo, el único jugador con amarilla del encuentro, vio su segunda cartulina amarilla y fue expulsado. Con el empate y con superioridad numérica durante lo que quedaba de partido, parecía que el partido se ponía de cara para el cuadro aurinegro.

Pero no fue así, a excepción de los primeros minutos ante 10 jugadores almerienses. El dominio fue absoluto en primera instancia, pero poco a poco el choque se fue igualando, Los aurinegros, no tenían del todo atado el encuentro. Ni siquiera la inclusión, tiempo después de su lesión, de Urko Arroyo, sirvió para inclinar la balanza del lado lepero. Es más, el hizo un jugadón fue Abel, que se anticipó unos minutos en su acción del gol de la victoria, pero esta vez obtuvo la respuesta de José Ramón.

A decir verdad, el San Roque por entonces, se había desordenado de tal manera que le dio la opción a un equipo en inferioridad numérica de despertar. Incluso se puso por delante. En el 85, el Almería B tocó con suma facilidad en la frontal del área. Tal fue de fácil la tarea que fue sólo un toque de primeras de Abel para Cristian, que golpeó solo ante José Ramón, al que batió sin problemas.

Parecía todo perdido, pero en el 87 el colegiado, muy bien colocado, señaló penalti de Rubén a Óscar, que el propio delantero malagueño se encargó de materializar. 2-2 en este final frenético de un partido que, desafortunadamente, no había dicho su última palabra, porque ya en el 90 Abel repitió la acción de unos minutos antes, deshaciéndose de cuantos defensores le salieron al paso, para batir de nuevo a José Ramón por el mismo sitio de antes.

No hubo tiempo para más. No hubo tiempo para una nueva reacción. No dio el fútbol esa nueva opción a los aurinegros, que cayeron víctimas de sus propios errores. Es una lección que habrá que aprender para que no se vuelva a repetir.

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